El invierno se avecina

Se sostuvo de los hombros del mayor, sintiendo que las piernas le fallarían en cualquier momento. Estaba casi al límite pero quería llegar al mismo tiempo que él. Trataba de contenerse para no correrse aún.

Yohann... voy... voy a... terminar...

Estaba aguantando con dificultad, sin embargo no pudo contenerse del todo y acabó por derramar su semilla en la boca del contrario. Las piernas le temblaban y caería en cuanto le soltara.

El fuerte aroma del líquido barroso inundó la habitación, más el pelinegro no soltó al muchacho. Unas cuantas lamidas con la lengua más caliente de lo que recordara hizo desaparecer aquella sustancia de peculiar sabor. Con sonrojo evidente recogía cada una de las dispergadas gotitas blanquecinas mientras notaba como el vientre de su compañero subía y bajaba incesantemente.

Sus labios rodearon aquel miembro que a pesar de haberse descargado no estaba aún adormecido y luego un beso selló aquel agrado que le había provocado al derramarse justo como él había deseado en primera instancia.

Una vez que el chico se calmara un poco y que él aseara su ingle, lamiendo lentamente como un felino aquella vellocidad rubia que enmarcaba el orgullo del abogado, alzó un poco más su pelvis y de ese modo alcanzó con su húmedo y caliente músculo bucal, los testículos de Rupert.

Se hizo de su sabor, de su humedad, dibujando siluetas translúcidas que llegaban justo hasta su anillo, lo bordeó y entonces, en un descuido en la respiración del chico, hundió su lengua hasta que sus labios se unieron con el pequeño y palpitante anillo que envolvía con fuerza la lengua que urgueteaba el interior del cuerpo ajeno.

Deseo en sus ojos ahora se veía, deseaba poseerlo.

¡Ahhhh! Yohann... mmmm... quiero... que... que me tomes...

Ya no aguantaba más, las atenciones del mayor le estaban excitando de nuevo. Cuando ya las piernas no le sostuvieron más le alejó de su entrada y se desplomó en su regazo, temblando de excitación.

Quiero... quiero sentirte... por favor... tómame...

No soportaba más la espera, necesitaba sentirle dentro suyo. Quería pertenecerle por completo, ser sólo suyo y de nadie más.

Lamía lentamente sus labios sintiendo la esencia que brotaba del cuerpo junto a él, aquel que yacía sudoroso y caliente, tembloroso bajo él. Sonrió con los ojos entrecerrados mientras el sonrojo a penas se iba esparciendo por la piel de su faz.

Movió entonces su cabeza y su lengua se hizo nueamente de la rugosa textura que antes hubo probado, le miró a los ojos una vez lamiendo como gato y desde allí partió su trayecto, marcando húmedo sendero por la piel afiebrada del de piel más clara, así, poco a poco se acercó hasta su cuello, hizo de éste nido de sus besos mientras su pantalón luchaba contra la ingle del chico.

Deseaba sentir su miembro... rabioso... endurecido antes de que él se quitara la prenda y lo tomara como era solícito.

Lo estaba haciendo sufrir, al torturarle de esa forma y no querer tomarlo no podía dejar de gemir pidiendo que lo hiciera. Se sentía necesitado de él, quería pertenecerle.

Abrió un poco más las piernas para acomodarle entre ellas y que tuviera una mejor vista de su entrada. Quería que le profanara, que tomara su cuerpo y lo hiciera suyo.

Pasó una de sus piernas por la cintura del mayor, rozándose contra él con lujuria, tratando de excitarlo aún más para que decidiera tomarle finalmente.

Movió su parte baja lentamente dándole a enteder el ritmo que llevarían, quién dirigiría.

Sus dígitos recorrieron el sendero ya conocido, con un poco de trabajo pues las pieles de ambos parecían adherirse con cada segundo transcurrido.

Ahora tomaba el cierre de su propi pantalón haciendo caso omiso al miembro que rozaba sus nudillos - Shhh... shhh... - susurraba sutilmente en su oído a la vez que se despojaba de la prenda que le molestaba en aquel momento.

Ya estando en condiciones, le tomó con cuidado y dejó resbalar su endurecido sexo en el angosto canal que lo abrazaba febrilmente.

Yohann...

Dijo su nombre seguido de varios gemidos placenteros. Al sentirle entrar en él estaba viendo que llegaba al paraíso con tan sólo tenerle dentro. Deseaba más, por lo que se movió brevemente para indicárselo.

Quería que lo tomara con fuerza, aunque no demasiado para no acabar mal. Rodeó su cintura con la otra pierna, arqueando la espalda por el placer de sentirle dentro. Era lo que más deseaba en ese momento.

Muévete... ahhhh... dame... duro...

Lamió su mejilla para calmarlo mientras se acomodaba en su parte baja.

Comenzó a moverse con fuerza para darle lo que deseaba, singular danza para aquellos que por primera vez se tocaban intimamente.

La idea le provocaba.

Se acomodó al ritmo del mayor, quería sentirle lo más dentro posible. Era una sensación increible, quería que lo hiciese suyo una y otra vez. Sentía que tocaba el cielo con cada una de las embestidas del mayor, una sensación difícil de igualar. Lo deseaba enormemente y aquel hombre se lo estaba dando.

Yohann... creo... que me he... enamorado... de ti...

Arqueó las espalda al decir esas palabras, jadeando con fuerza y dejándose hacer por el mayor. Sus mejillas estaban completamente rojas, signo del placer que estaba recibienod y del calor que sentía su cuerpo. También estaba así por la confesión que le había hecho al mayor, a la cual esperaba recibir una respuesta positiva.