Siempre listo!

Permanecía en la cama, dando vueltas lentamente, aún no se despertaba, sin embargo, sonreía debido al sueño que tenía. Rodó un poco más y un fuerte estruendo lo despertó.

Estaba de cabeza en el suelo con la el cuello completamente babeado - Eh? ah? - Suspiró pesado, parecía que no era cierto que Michael le hubiese estado besando sobre la arena mientras el agua los acariciaba lento. Sacudió la corta melena y se dejó caer en el suelo.

Su mano fue hasta la cabeza donde se acariciaba lento - ahhh... - se quejaba suave mirando extrañado todo. Hace tiempo no soñaba tanto, mucho menos tan relajado... parece que desde un tiempo hasta este comenzaba a sentirse más tranquilo y a la vez inquieto.

Se levantó de donde había quedado y se fue a la ducha donde se aseó debidamente y salió sólo con una toalla atada a la cintura. Sus pies descalzos se arrastraban por la espesa alfombra que no era más que la piel de un animal de granja, suave porque le habían escobillado bien el pelaje.

Entonces se sentó al borde de la cama y llamó a su compañero de trabajo, preguntándole si tenía tiempo para salir como habían quedado... a plantar aquel árbol del que tanto habían conversado.

El otro respodió afirmativamente, a lo que el otro comenzó a imaginar tanta cosa que sólo pudo salir de la vivienda después de: quemarse al hacer el desayuno, caerse al enredarse los pies cuando se ponía ropa interior, salir y darse cuenta que no llevaba las llaves del carro y al querer entrar a la casa, que no tenía las llaves de ésta. Suspiró. Y entrando se vio, por una ventana a medias cerrada, sintiendo miedo de que lo delataran con los guardias que circundaban el lugar.

Al final pudo salir y rápido se fue por las calles, pasándose unas cuantas luces rojas y estacionarse luego en frente de la casa del peligris - Ya llegué! - atrasado 15 minutos.

Después de algunas bromas que le dijera el chico que pasaba a buscar, de que acomodaran el árbol en la parte trasera del vehículo y la merienda. Salieron de viaje en dirección al bosque.

- ¿Eh? - Lo quedó mirando extrañado - sólo me pasa a miiii... - lloraba internamente, pues al estar cerca del peliplata parecía estar algo alejado de todo, sin percatarse del hecho que se estaba comiendo todos los emparedados. Sonrió un tanto nervioso y se lo acercó, observando sus manos aproximarse a las del otro. Unos cuantos centímetros sus pupilas se desviaron - ¿q... qué estoy mirando... no... - giró el rostro hacia otro lado, sin embargo, escuchó el rugir del vientre ajeno y volvió la mirada hasta éste, sin percatarse que de la nada sus ojos descendían lentamente - no... no! dije que no... - sus mejillas cambiando de tonalidad.

Le pasó de mala gana el emparedado y se levantó, si seguían así de cerca sería peor. Entonces se fue al vehículo sonriendo - si no te molesta... traje algo - se reía nervioso y abrió la maletera y sacó el hacha - iré a talar... se me está acabando la leña - tenía que hacer algo, algo aparte de estar con él.

No sabía si le correspondería por lo cual no debía arriesgarse a perder la amistad que ya tenían. Sin embargo, a lo lejos lo miraba. Deseando estar más cerca... mucho más de lo que había logrado estar con él en la playa. Pero - El me dijo que no se repitiera... - sonrió - tal vez... sea lo correcto... - alzó el hacha y dio un golpe certero - debo dejar de imaginar cosas o terminaré enfermo... - despegó la gruesa hoja de la madera y volvió a acertarle otro golpe.

El árbol se meció produciendo un sonido como si se estuviera quejando. El viento acarició las copas, el sonido de las hojas parecían reclamos de los demás habitantes del bosque porque el hombre desistiera en derribar al gigante.

Había estado dando fuertes golpes al árbol con la finalidad de derribarlo pronto, no quería hacer pasar al otro todo el día allí, entre la maleza, tal vez hasta era alérgico al pasto como la mayoría de los que vivían en la selva de cemento, los que no soportaban la vida al aire libre, en contacto con la vegetación y los animales silvestres.

El gigante volvió a gemir, esta vez en un tono más grave notando como poco a poco iba retrocediendo ante la osada herramienta que hacía mella en su madera.

El estruendo fue grande, hasta tembló la tierra, varias ramas de los demás árboles caían a los costados al igual que un número indeterminable de hojas sueltas, giró la vista para revisar la longitud del caído, percatándose en el acto de... - Mike.... - su interior tembló por completo al verle allí - MIKE!!! - entre el tronco y una rama del árbol que yacía en el suelo, se encontraba el peliplata tieso observándolo como con miedo.

No supo ni cómo llegó tan rápido, menos dónde había dejado el hacha, abrazaba al hombre con el que había ido aterrado de que algo le pasara. Lo sostuvo con fuerza y lo arrancó de aquel paisaje para llevarlo hasta la hierba alta donde lo reclinó junto con él - Mike... estás bien? te hiciste algo? - sin pudores ahora, recorría su cuerpo con las manos tratando de averiguar si herido se encontraba el muchacho.

Sus mejillas estaban caldeadas, cómo había sucedido aquello. Primero, sólo recordaba haber visto al otro entre las ramas del árbol caído, por lo que corrió a socorrerlo, sin embargo, después de eso... todo había transcurrido tan rápido que la noción de los hechos se empañaba con cada pestañeo de sus ojos.

Giró el rostro, con el corazón en la garganta latiendo a mil por hora, estaba de espaldas, ya casi no pensaba, sólo su cuerpo trémulo se movía, extendiendo el brazo hasta el cuerpo contiguo y se hacía de su brazo con un rápido jalón de él de modo que cayera de espaldas contra la hierba alta.

Lo miró desde lo alto aún sin decir palabra, sus mejillas bastaban para denotar lo que pasaba.

Entonces y sin remedio, se acercó al chico para que sus rodillas se posaran entre las piernas del peliplata, con los ojos clavados en las orbes contrarias mientras él acariciaba sus mejillas con la yema de los dedos.

Apoyó ambos antebrazos en el pasto que hacía las veces de mullido lecho, en el bosque dos hombres se revolvían como serpientes en celo, frotándose uno con el otro, entredando tanto sus piernas como sus brazos, además de las azarosas lenguas que húmedas resbalaban por la cálida cavidad que acogía la saliva desbordante por los mentones de ambos.

- Nhhg.... - La voz no salía sólo aquellos resquicios de sonidos, onomatopeyas cantentes que decoraban el momento calentándolos en cada roce de los bajos vientres.

Preso tenía al chico bajo su cuerpo, apretándolo contra el suelo mientras él notaba su cuerpo más y más "despierto", con la ropa apretándole en ciertas partes de su humanidad, rozando la punta del orgullo contra la tela de su ropa interior.

Soltó entonces sus labios para poder respirar, respingando la nariz para jadear largo y grave a la vez que su pelvis descendía rozando la contraria con ahínco en cada vaivén impuesto por el deseo de la piel cremosa del chico de plateada cabellera.

Aquellos tímidos movimientos por parte del otro no hacían más que amentar su calor, sus ancias por hacerlo, por mancharlo de semen... aunque le doliera verlo en una pose incómoda, pero aquello ya no tenía vuelta atrás... Todo el día el chico lo había estimulado y ahora que lo tenía tan cerca no se le escaparía.

De pronto los dedos ya los había colado en su pantalón y rozaban la piel de las nalgas que se estremecían bajo la tela del pantalón ajustado - ahhh... Mike... - gruñó algo molesto ya su cuerpo pedía más contacto. Por lo que no quedó más remedio que tomar del cuello de la camiseta al muchacho y jalar en ambos extremos para que así la tela se rajara y saltara hacia los costados liberando la piel cremosa y los botones rosados que lo apuntaban con desvergüenza.

En aquel momento, sus pupilas se clavaron en los pezones y luego en su ombligo, en el subir y bajar inquieto de su vientre desnudo. Pegó la frente entonces al cuello ajeno y derramó mordiscos que sabían a deseo puro a orgasmo contenido, gruñendo por lo que sucedería deslizaba la lengua por la piel azarosa del que yacía a medias vestido sobre la hierba, sus dedos resbalando hacia la parte delantera desabotonando y bajando el ziper sin miedos ni vergüenzas.

El sabor de aquel lo mantenía como animal mordiendo suave, más que nada lamiendo su humanidad a la vez que sus dedos se encargaban tanto de alzar las nalgas contrarias como de deslizar el pantalón por las piernas y de este modo pegar la anatomía contraria contra la propia mientras se frotaba, reptaba por el cuerpo del peliplata.

- Mike? - Susurró y su nariz viajó desde el lóbulo izquierdo hasta la comisura y chocó contra la nariz del muchacho - anda... s... separa las piernas... - ya le había logrado quitar los pantalones, ahora sólo deseaba que se le entregara, para que no supiera todo sólo a una violación. Sino a una entrega mutua lo que tendrían en aquel bosque a mucha distancia de quien deseara perturbar su cortejo.

Lamió sus labios lentamente y frotó sus mejillas contra las del otro, las grandes manos lo sostuvieron por los costados del torso y lo levantaron un poco para así sentirlo más pegado. Lo deseaba, deseaba sentir su cuerpo atrapado por el otro, de modo que ambos se fundieran entre la hierba.

Aquello, además de completamente erotizante, hasta el punto casi de que su sangre se vertiera por las fosas nasales, le dejaba perplejo. Nunca pensó que de aquella forma se presentara ante él, sus mejillas se colorearon con frenecí al notar la pequeña abertura en su parte baja, la que parecía palpitar mientras el otro intentaba mantener el equilibrio con medio cuerpo alzado hacia él.

Se inclinó para deslizar su lengua por a costura de los testículos y luego desviar su camino hacia aquel orificio en el cual se zambulló como si se tratara de un pudín. Sonrojado y más excitado que antes lamía incesantemente aquel orificio, los contornos y así lo lubricaba preparándolo para lo que hace minutos deseaba con ahínco.

Por entre las piernas del otro, lo miraba fijo, como si con sus pupilas atravesara el alma del chico, como si escrutara sus ojos, buscando muda comunicación. Parecía percibir sus intenciones, parecían entenderse sin verbos de por medio, sin sonidos más que las húmedas lamidas de la lengua en el recto del que se mantenía en entrega sumisa al que parecía comerlo.

Alzó a penas la cabeza y enterró sus dedos en las nalgas ajenas, separándolas para lanzar un escupo en su entrada para entrar sin miramientos a su cuerpo con una sola estocada - Ahhhh~ - la espalda se curvó hacia atrás azotando su cabello contra su espalda, sacó casi por completo su erección y volvió a castigar aquel canal cuya piel se arrastraba con cada metida y sacada del interior.

Entreabrió los ojos una vez que pudo calmar aquel dolor en su parte baja, frunció los labios en una mueca que varió de dolor a agrado mientras se reclinaba sobre aquel que yacía sobre el pasto alto, le provocaba, cada uno de sus alientos miradas, caricias y temblores le llenaba de gozo y deseos de hacerlo suyo, más que carnal... deseaba tenerlo completamente, dispuesto a cada uno de sus caprichos, pues comenzaba a tenerle más que un simple cariño.

Su cuerpo, ese cuerpo que mantenía bajo el suyo, lo acogía con tanta gracia que hacía aumentar el ahogo en él, yendo más allá de lo que pensaba, como si el mismo cuerpo del peliplata lo jalara hasta el fondo de su ser con cada gemido que pronunciaba. No se hacía el desentendido, conocía esa mirada, la había visto en varias oportunidades y él mismo las contestaba.

Pegó su frente a la del otro y enredó su nariz con el cabello que cubría la faz de Michael, mordió los lacios cabellos y los hizo a un lado para poder verle bien - Mike... - jadeó y buscó sus labios para lamerlos y morderlos un tanto brusco sin dejar de penetrarlo.

Entonces, ahora tan compenetrado con el chico, sentía su cuerpo como entregado al matadero sumiso y sin poder negarse a lo que pidiera el moreno. Los dedos de su mano izquierda resbalaron por el costado de su compañero haciendo lo imposible para llegar hasta su entrepierna. Entre vientre y vientre, dedos largos se hacían de la erección ajena, deslizando el prepucio por la embergadura que se frotaba, hasta aquel momento, entre ambos cuerpos.

Comenzó a masturbarlo y de cuando en cuando le permitía respirar para continuar con los besos y mordidas, para seguirse dando atención mutua - M...Mmmmmmike... - con los labios hinchados y las mejillas en tinta saboreándolo como nunca había hecho con otro.

Más... más y más... embebido de su aroma, deliciosa esencia resbalando como bálsamo por su cuerpo, hungiéndolo como si se trarara de una criatura en su nacimiento, prudente... no... ya no lo era, estaba completamente fuera de sus cabale, sólo necesitaba más de aquel cuerpo que le entregaba placer, calor y deseos de vivir por más tiempo junto a ese hombre que lo rozaba con tanto ahínco, que lo llamaba por su nombre sin tapujos ni desdenes, sólo siendo hombres, no médicos ni amigos, sólo hombres revolcándose entre la hierba bajo las nubes, acariciados por el viento que no perdía rincón donde se colaba, más no podía evitar que la temperatura de ambos se alzara.

Esa respiración caliente que chocaba contra su rostro parecía respirarla él... saboreando su álito, su saliva y ahora parecía que su vientre y dígitos comenzaban a humedecerse del otro chico.

Sus mejillas se caldearon al máximo pensando en que podría ser su semilla, podría sentir su aroma, pensaba en poseerlo de tal manera que su semen resbalara por el cuerpo del que yacía boca arriba, sosteniéndolo mientras era mancillado de la forma más salvaje que antes hubiese imaginado. Como si fueran perros en un coito necesitado, uno jadeando y el otro empujando, con el líquido resbalando por los testículos del que estaba debajo, hasta llegar a la entrada y lubricarse a sí mismo, mientras el otro no hacía más que atacar la pequeña abertura en un lugar estratégico del enorme cuerpo del peliplata, el que parecía pequeño bajo el otro.

Tomó sus manos con las propias para enlazar los dígitos y dar fuertes embates buscando la eyaculación pues sus testículos estaban a punto de explotar de tanto éxtasis en el que se encontraba junto al muchacho compañero de trabajo.

Su cuerpo en pleno posado sobre el tórax de aquel que lo sostenía con nada de recelo, que entrelazaba sus dedos con el moreno que miraba incesantemente al de cabellera plata, jadeando - Ahhhhhhhhhh uhhhhhhm.... - meciéndo la pelvis en ondulante danza que no hacía más que calentar su espalda, sus nalgas y aún más su erecto miembro resumante en orgasmo. Derritiendo su piel en forma de pequeñas gotas perladas que recorrían en su totalidad el cuerpo moreno.

- Ahhhhh.... Ufffffffaaaaahhhm..... - sonreía, se inclinaba para coger los labios ajenos, lamerlos de manera lasciva, susurrando palabras calientes al igual que su aliento chocando contra el oído ajeno.

Ronca voz que no hacía más que quemar su garganta cada vez que brotaba de sus adentros como si con ello evitara que el líquido espeso fuese expulsado sin permiso de su dueño.

Sintió aquella esencia derramarse por su vientre y sonrió complacido, el caliente líquido recorría lentamente ahora su piel. Sonrisa efimera apareció, triunfante a la hora de ver el sonrojo en el rostro del muchacho, viendo como intentaba esconder su faz avergonzada por lo que había acontecido entre ambos - Espera... aún ahhhhm.... aún falto yo... - jadeaba incesante, necesitaba liberarse, no obstante, su cuerpo pedía continuar un poco más, requería hacerlo con un poco más de fuerza para que de aquella forma manara con facilidad la sustancia que le estaba carcomiendo las entrañas.

Permitió a su cuerpo inclinarse nuevamente sobre el chico que parecía más calmado, completamente contrario al estado en el que Yohann se encontraba - Mike... d... date la vuelta... - susurró suavemente casi como suplicando en el oído de su compañero a la vez que su miembro hacía desalojo del escondite proporcionado por el peligris.

Al moverse el chico con el fin de ponerse en la nueva pose, sintió con gran rubor en las mejillas, como el glande rozaba las nalgas cuando el otro se movía. Sin siquiera percatarse de que no dejaba de frotar su endurecido cuerpo contra el del otro, impidiéndose sostenerse con propiedad del suelo.

Se tumbó sobre el cuerpo de Mike. Ambos alzados siguiendo un movimiento constante y poco calmado mientras la erección del moreno intentaba encontrar el sendero antes abandonado, ahora su miembro sólo rozaba con audacia los testículos flácidos del más pálido.

Sonreía casi tosiendo debido a la falta de oxígeno, pero estaba al borde de perder el juicio, ya casi sin poder aguantar la eyaculación, su pene vertía líquido transparente que humedecía las nalgas, testículos y caras internas de las piernas del amante entre la vegetación.

- Ah! - apretó los ojos, ya estaba adentro, haciendo esfuerzo por entrar sin vaciar el contenido a las puertas del otro. Apretó la mandíbula y con otro fuerte empujón hizo que el peligris casi cayera de bruces mas su erección chocaba rabiosa contra la próstata del que se encontraba en plena felación.

Aquel movimiento fue el principio y el fin, estaba perdido y a la vez tan feliz. El líquido barroso de claro colorido, resbalaba caliente como si hirbiera debido a la cercanía con el que yacía consigo.

Gruñía grave mientras frotaba su cuerpo, mezclando los sudores, lamiendo la espalda y mordiéndola de vez en cuando. Marcándolo tanto con su aroma como con cardenales que no saldrían en tan poco tiempo. Sin percatarse del hecho de que no eran más que "compañeros".

Otra estocada y ya casi terminaba, sus nervios tirantes le pedían a gritos relajarse, el cabello erizado mientras sus dedos sostenían con ahínco su presa, con el fin de llenarlo de la esencia con la que deseaba pincelarlo por dentro y por fuera.

Poco a poco su cuerpo fue curvándose hasta quedar sobre el muchacho, enredando su rostro en los húmedos mechones de cabello plateado que parecían adherirse a su piel, más ahora que ambos estaban rociados de sus sudores entremezclados.

Aquel aroma que lo acompañaría en cada una de sus solitarias veladas en aquella cabaña. Cuando cerró sus ojos intentó calmar su respiración mientras hungía a su compañero con la esencia que resbalaba caliente de su cuerpo.

Aún la pelvis seguía con un movimiento tenue que parecía desfallecer con el transcurso de los minutos. Cada vez sentía más y más el palpitar de la funda aterciopelada que cubría con cuidado su miembro a penas erecto.

Los brazos del moreno sostenían al otro, más como si él mismo no deseara resbalar y caer lejos de Michael.

Sus dientes se hacían de la piel que recubría la parte posterior del cuello del peliplata, lamía insistente en medio de jadeos calientes que no hacían más que provocar temblores en el que lo sostenía.

Entonces, cuando ya hubo calmado su cuerpo, se dejó caer a un costado del otro aún sosteniéndolo con firmeza como si no deseara que nadie se lo arrancara del lado, ni que el viento se interpusiera entre ellos, por lo que lo jaló de tal manera que quedaron unidos entre la hierba del bosque. Ambos hombres aún jadeando con las mejillas notablemente teñidas en tinto observando las nubes deslizarse por el cielo.

Una mano trémula alcanzó la contraria y cogió con cuidado las falanjes ajenas para arrastrar la mano hasta sus labios y besar los nudillos del que tenía consigo - gracias... - susurró, mas deseando decir más que sólo aquello.