Ensayando un nuevo baile -Libre-

Había encontrado el lugar ideal para ensayar, era un viejo edificio que en su día había servido de Salón de Baile. Había llevado su música y en ese momento se encontraba practicando los pasos sobre el escenario que aún permanecía en pie. Llevaba puesto un kimono dorado con el obi blanco y hermosas flores de cerezo bordadas en la terla. El pelo se lo había recogido en una cola alta con unos cuantos mechones cayendo por su rostro.

La música sonaba y ella se dejaba llevar, componiendo los pasos y creando un baile que sería una delicia para la vista. Le gustaba la soledad que allí tenía pues así no le molestaban ni los vecinos insufribles ni los acosadores que no la dejaban en paz. Además, allí su superiora no la buscaría, pues había oído que se encontraba en la ciudad buscándola para obligarla a subastar su virginidad.

-"No quiero que sea así, que me educaran para ello no significa que deba hacerlo" -seguía realizando sus movimientos, jugando con unos abanicos que cubrían su rostro y su cuerpo en algunos movimientos; sin embargo, su mente no se encontraba allí sino en la posible subasta que se llevaría a cabo si la encontraban.

Sus pasos como todas las mañanas se dirigían hasta su tienda de antigüedades...puede que ese día consiguiese vender mas de lo usual, ya que tenía reservada horas para algunos clientes que unos dias atrás habían llamado para su atensión...

Mas sus pasos se detuvieron al escuchar una suave melidía de estilo oriental, al paso que llegaba a uno de los edificios...sino se equibocaba...hace dos años atrás había sido un salón de baile, el cual había cerrado por su poca visita...Lo que le imprecionó que hubiese música y hasta una vocesilla dulce y algo cantarina...

Sin pedir permiso entró en el lugar, observándo a una joven, bailando en el lugar, más sus pasos no parecían del todo vistosos...ya que su mente parecía estar perdida en pensamientos poco convenientes...

Dejó sus pensamientos de lado y se centró en el baile, dando el 100% de si misma. Sus pasos se volvieron más gráciles, siendo capaces de encandilar a quien la viera. Estaba tan metida en la música que no se dio cuenta de que había alguien observándola.

Cuando la melodía terminó, soltó los abanitos y desató el obi, dejando caer el fino kimono y quedándose solamente con la ropa de odalisca que llevaba debajo. Una nueva música mucho más incitante comenzó a sonar, llevándola a realizar unos movimientos mucho más eróticos que los anteriores.

Ese sería el baile que debería realizar esa noche para los clientes que la esperaban, siempre sin dejar que la tocasen. Tendrían que contentarse con mirar y consolarse ellos solos.

La joven pareció remontar...dejando esos pensamientos que la desconcentraban de lado...comenzando a dar un poco más de vida y de sazón a sus pasos...cualquiera que la viese de seguro que se hipnotizaría con ello, pues el mismo Auguste había quedado de hielo, observando tan sutiles movimientos...

De repente la musica cambió...y el kimono pasó a una ropa mucho más sensual....'Una bailarina exotica' pensó al observar como sus movimientos habían cambiado a unos mucho más provocadores...y en realidad que lo hacía muy bien...

El rubio se apolló en la pared, observándo los movimientos de la chica...muchos que la vieran de seguro que maldicerian el no poder tocarla...pues su cuerpo daba que desear...y sus movimientos, sabian calentar...

La música finalizó nuevamente, quedando satisfecha por su trabajo. Estaba segura de que esa noche sería todo un éxito. Se volvió a colocar el kimono y paró la música, percatándose en ese momento de la presencia del desconocido.

-Buenas tardes caballero. ¿Ha disfrutado del espectáculo? -lo mira sonriente, haciéndo una reverencia a su espectador. Le avergonzaba un poco que la hubieran visto ensayando, pero al menos sabría si lo había hecho bien.

Con una sonrisa en el rostro observó que la canción finalizaba, y la chica volvía a colocarse sus ropas...percatándose luego de su presencia...a lo que sonrió por la ardua bienvenida dada por la muchacha...

-Hermoso espectaculo...-Susurró acercándose un poco a la muchacha..-Me has puesto los pelos de punta...tienes movimientos suaves, delicados y dignos de un bella damisela...-Comenta, rodeandola, observándo por completo su vestuario y porte...

-Más tus movimientos son algo fríos...enseñándo solo lo justo y necesario..-Susurró una vez a sus espaldas, acercándose hasta su oído...

- ¿Un consejo...? Muestrales más de tu cuerpo...has movimientos menos congelados...desata tu cuerpo convinandolo con tu sutileza...y has que se vuelvan locos por tocar algo que jamás podrán obtener...-Concluye volviendo a alejarse...posandose a su frente nuevamente..

-Sólo ensayaba, querido. Pongo todo cuando es la verdadera actuación y... a una Geisha no se le puede pedir que muestre su cuerpo más de lo debido, perdería su encanto -se dejó observar por el otro y permaneció impasible ante su cercanía. Gustaba de saber que si la tocaban todo se acababa, por eso no le importaba ser objeto de tan detallada observación -. ¿Cón quién tengo el placer de hablar?

Se acercó de nuevo hasta el escenario y se sentó en él, cuidando de no estropear sus ropas. Miró al joven, cubriendo la mitad de su rostro con uno de los abanicos, dejando sólo sus ojos a la vista. Esas profundidades negras con las que era capaz de engatusar a cualquier hombre que se propusiera.

-Auguste D'Centto...vendedor de antigüedades...-Contestó luego de oir sus palabras....

-Una Geisha...se de ellas...en estos tiempos se dan pocas...las que conosco, la mayoría son una...jovencitas de calle...por llamarlas de alguna forma...-Susurró rascándo con delicadeza una de sus mejillas...

-Más tiene usted razón...Ellas no pueden enseñar su cuerpo más de lo devido, más usted tuvo el detalle de quitar su kimono, ropas que ellas jamás se quitarían en un baile...-Sonrie...al observar la hermosa postura que había obtenido la joven...

-Pero dejemos en que lo has hecho ecepcionalmente bien...-Conluye acercándose y tomando asiento a su lado.

-Soy una Geisha especial, la única a la que se le permite actuar también como una odalisca -eso era cierto, aunque las demás Geishas habían puesto el grito en el cielo en cuanto lo supieron aceptaron su decisión. Había sido así que se había ganado una reputación envidiable a tan corta edad -. Mi nombre es Lyoko Okanawa, un placer conocerle señor D'Centto.

Le vio sentarse a su lado, mirándole aún con medio rostro cubierto. Sus ojos refulgían con un brillo extraño, que incitaba a cualquiera a perderse en ellos y no perderlos de vista.

-¿Qué clase de artículos vende? Me gustaría saberlo para visitarle algún día -cerró el abanico y lo depositó en su regazo, sin apartar en ningún momento la mirada de él.

-Umn...así que a parte de ser encantadora...es...'especial'...-Susurró más para sí que para ella...-Eres una muchacha curiosa....bastante curiosa...-Comentó volviendo la vista al escenario...Era extraño que con el duro comportamiento y el estricto aprindizaje que les imponían a cada una de ellas...hasta a veces ponerles una dieta estricta para que no dañasen su figura...llegándo algunas a no probar sino el sabor del arroz puro...

Suspiró ante estos pensamientos...esa chica si que de alguna forma era 'especial'...pero poco creía que fuese de bien ver entre otras Geishas...

Volvió su rostro al de la muchacha, observando sus preciosos ojos...luminosos, atractivos para cualquiera...hasta para el mismo Auguste...no acostumbrado a observar los encantos contrarios...

-Tienes una mirada hermosa...¿lo sabes verdad?...-Sonrie dulcemente, escuchándo luego la pregunta...

-Pues Antigüedades de siglos pasados...tiempos pasados...por ejemplo el reinado de la reina Isabel II o articulos que pudieron haber estado a manos de la grandiosa Nefertiti....

-Lo sé, me lo han dicho muchas veces -sonrió dulcemente y siguió mirándole hasta que le escuchó su siguiente comentario -. ¿Una mirada hermosa? No lo sabía, nunca me he parado a comprobar eso.

Prestó atención cuando le dijo que tipo de antigüedades vendía. Eso atrajo su atención, pero supuso que no podría adquirir tales maravillas. No tenía dinero suficiente, su trabajo no le daba tanto como para comprarse lo que se le antojara.

-Deben de ser hermosas, lástima que no pueda permitirme comprar alguna -le dirigió una triste mirada, pues realmente le hubiera gustado poder darse ese capricho.

Sonrie escuchándo sus palabras...

-Pues ya lo sabes...tienes una mirada encantadora...-Vuelve a sonreirle...observándo el extraño color de su cabello...por lo as extraño, tambien exotico...

-No son muchos los que tienen la suerte de poder adquirirlos...son caros...algunos costaría tu salario de un años...puede que de dos...-Comentó mirando a quien sabe donde...

-Pero supongo que habra algo que puedas adquirir...

-Gracias por decirlo, aunque para lograr que mi mirada engatuse a alguien he tenido que practicar mucho -rió al recordar cuando al fin consiguió hacerlo -. Cuando al fin lo conseguí hice que un hombre se cayera de su bicicleta.

Suspiró resignada, realmente no podría comprarse ninguna de sus antigüedades. Rió cuando hizo el comentario del salario.

-No tengo un salario fijo, cobro según el tipo de baile y la cantidad de clientes -si bailaba en una reunión de negocios, era mayor salario que si bailaba en un acto privado.