Sin rumbo (privado)

Esa noche había trabajado harduamente en el hospital, unos cuantos niños se habían intoxicado en el colegio por lo que llegaron con claros síntomas de dolor estomacal. Había terminado con el turno, ya los niños habían regresado a sus viviendas junto a sus padres, pero el chico estaba algo cansado, mientras caminaba por la callejuela para ir por su carro cuando vio a un chiquillo que se le cruzaba en el camino.

Pestañeó algo extrañado por la pregunta y sontió amistosamente - claro... siempre es bueno charlar con alguien.... - continuó lentamente con las manos en los bolsillos - dime.. cómo te llamas? -

Alzó la cabeza, aquel muchachito no era ningún santo de la corte celestial - wow wow wow.... - retrocedió tomándolo de las manos para sonreir un tanto nervioso por aquel contacto que aparecía de la nada, pues... recorrió cada una de sus palabras y movimientos - no... no le dije nada... cierto? - comenzaba a dudar, después de todo, hace mucho que no tenía una relación carnal.

Nuevamente, le miró y lo tomó de una mano para acercarlo hasta su propio vehículo - dime... trabajas en esta calle o... es tu primera vez? - como médico comenzó a preocuparse por su salud, tal vez parecía más bien un idiota, sin embargo, le llamaba la atención aquel chiquillo de mirada intensa.

Tomó del hombre al chiquillo y lo subió al vehículo - ven... iremos a comer algo... yo invito - después de todo, iba a un restaurant, qué más daba ir con aquel, podría tener una buena charla y tal vez lo persuadiría de no hacer aquello, hablándole sobre las múltiples enfermedades de las que podría contagiarse.

Una vez que el vehículo se detuvo le miró de reojo - vamos... tengo hambre - sonrió - te pagaré por acompañarme, estás de acuerdo? - le guiñó un ojo y bajó del auto para rodarlo y abrirle la puertecilla.

Pasó adelante y tomó la mesa antes de que fuese cogida por otra pareja - pasa adelante... - sonrió con amabilidad.

Preguntándose por la edad de aquel chico y la razón por la cual llevaba aquellas orejas artificiales. Parecía que estaba a gusto, a él le provocaba entre risa y ternura, no obstante, su férrea voluntad de doctor no le permitía hacer mofa de los que tenía en frente. Lo trató como a un gran señor, como si se tratase de su jefe.

- Por favor... ordena lo que desees... - tomó la carta y pasó otra al muchacho, en el momento de leer le miraba de reojo parecía tener hambre, supuso que ello lo arrastraba hasta aquellos lugares, hasta tener que venderse para solucionar sus problemas monetarios.

Negó en silencio, el otro pensaria que era debido al menú que leía.

Tomó la carta que el chico tenía en las manos y la juntó con la que él leía para acercarla al mesero con un deje de seriedad, de modo que fueran atendidos debidamente - puede retirarse.... - su voz sonó parsimónica, neutral.

A la hora de escuchar al muchacho sonrió mientras llevaba un trozo de pan hasta su plato - Espero que si algo te molesta me lo hagas saber... si no te sientes a gusto entonces nos retiraremos, igual te pagaré... - sonrió tranquilo, como que todo estaba en orden, como si estuviese con un familiar.

Llevó el trozo de pan a la boca y comió tranquilo para luego ver al mesero acercarse con las bebidas, él no podía beber licor, pues iría a su casa a darse una ducha y luego regresaría al hospital. Una vez que el hombre los dejara a solas preguntó - Estudias?... o sólo trabajas? - no le parecía correcto que siendo tan joven anduviese en esos pasos. Tal vez era huerfano, justo como él lo había sido, pero no por ello había optado por vivir de aquella forma.

Tomó el tenedor para picar un trozo de carne, mientras que con la otra mano cortaba dicha fibra y así hacerla del tamaño adecuado para su boca - ya veo... yo también me crié sin mis progenitores... - dijo tranquilo -

No daría muchos datos, sólo estaba siendo un tanto amable, no quería que el muchacho se sintiera pasado a llevar por él, mucho menos avergonzado delante de tanta gente. Debía ser cauto si deseaba ayudarle.

Quizá si le pagaba para que fuera a hacerle la limpieza a su cabaña se le haría mucho más fácil al chico llevar su vida - dime... no te interesa la idea de hacer trabajos a domicilio? - nunca se le pasó por la mente que el otro pudiese pensar que no se refería a tener relaciones sexuales.

El mesero se acercaba esta vez con los postres para dejarlos a los costados de los otros platos, mientras ellos dos continuaban con platica. A pesar de que no se refería a nada extraño, prefirió guardar silencio al momento en que eran atendidos y así reanudar la charla una vez que se vieron a solas.

Respiró hondo y llevó algo de gaseosa hasta su boca y así poder bajar los alimentos - uhm... - pensativo imaginaba su horario en el hospital, pretendía estar los primeros días para recibirlo e indicarle la ubicación de las cosas en la vivienda, de modo que se acostumbrara, luego... y viendo cómo se comportaba, estaba dispuesto a dejarle pasar, tal vez dándole una llavo o tal vez esperando para dejarle pasar y luego retirarse.

- Qué te parece tres veces a la semana... quiero que estés a las 7:30 a.m. en punto y luego te vas a la hora que termines con todo, el dinero no será problemas pues no pienso escaparme o algo por el estilo - sólo esperaba que el chico no saliera cleptómano.

Asintió con una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de poder ayudar a alguien que lo necesitaba tanto como los del orfanato le ayudaran a él cuando pequeño - Si eres bueno... serás recompensado, no te quepa la más mínima duda - sonrió y extendió el brazo para acariciar sutilmente los dedos del niño. Tal vez le ayudara a estudiar, o él mismo se encargaría de pagarle un colegio para que fuese a instruirse, de modo de poder sacarlo de las calles y de aquel trabajo tan poco cuidadoso con los niños de su edad. Como pediatra, aún lo veía como un pequeño infante y eso le provocaba ternura.

Para el chico, él era un viejo verde como el resto, peor aún, pues él deseaba tenerlo tres veces a la semana y lo obligaba a ir hasta su casa para hacerle tal vez qué perversidades.

Yohan sonreía contento como niño con juguete nuevo.

Sonrió mientras daba las últimas probadas a su postre, de ahí se levantó y caminó hasta la caja para de entre sus ropas sacar unos cuantos billetes que cubrían la comida además de la propina.

Regresó hasta la mesa y se sentó con él - entonces... me dirás cuánto costó este tiempo contigo? - tenía la billetera en las manos esperando la respuesta, con el fin de darle lo que le pertenecía por acompañarlo a la merienda.

Sonrió algo extrañado por tanta amabilidad, no obstante, deslizó sus dedos por la cabelera del niño - vamos... que se hace tarde, debo ir a mi trabajo - ese chico parecía ser correcto, otro en su lugar habría cobrado sin miramientos, esperaba tener una buena relación con aquel y así poder ayudarlo a pesar de lo que dijera el resto.

Soltó una pequeña risa y se acomodó la ropa - espero que no tengamos inconvenientes... - miró su reloj - lo siento pequeño, debo marchar... sin embargo... toma - le entregó su tarjeta con la dirección y teléfonos de contacto, por si lo necesitaba.

Luego de ello, le entregó algo de dinero para los pasajes y se retiró, estaba retrasado, sería amonestado.