Noche de trabajo

Estaba entrando al hospital, el día en el bufete había sido agotador pero no podía dejar su otro trabajo de lado. A pesar de lo que implicaba ser el abogado de los Arcadia, era bastante gratificante trabajar para ellos. Aunque era evidente que trabajar junto a Mythos en la elaboración de nuevos venenos e inyecciones también era algo que le gustaba. Esa noche en particular estaba a punto de presentar ante su jefe un nuevo veneno, mezcla de cianuro y veneno de Anaconda.

Fue directamente al despacho del jefe, cuanto antes le mostrara el veneno antes sabría si tenía que hacer alguna modificación o mejora. Además, siempre era agradable charlar con él antes de comenzar con el trabajo. Se paró frente a la puerta del despacho y llamó suavemente, entrando sin esperar contestación.

Buenas noches, listo para comenzar a trabajar... otra vez

Sonrió al decir las palabras, sentándose frente al director del hospital y hombre para el que trabajaba. Tenía la tentación de sacar un cigarrillo, pero estaban en un hospital, no era higiénico hacerlo, por lo tanto tendría que conformarse con tomar un chicle y llevárselo a la boca y estar entretenido.

En en interior de aquella excéntrica oficina, se encontraba el de cabellos blancos. Sonrió satisfecho al centrar la vista en su acompañante. Dejó a un lado los papeles que revisaba constantemente y se acercó a paso firme pero ameno.


- Justo a tiempo, como siempre Rupert -


Le extendió la mano a forma de saludo, un abrazo entre colegas le siguió a sus acciones... más que colegas... amigos... más que amigos tal vez ya que, compartían en sus manos, la creación de potentes armas que actúan en silencio...


- Dime, ¿Hay novedades? -

¿Acaso lo dudabas? Nunca he llegado tarde al trabajo, Mythos.

Correspondió a su saludo, sonriendo satisfecho cuando le preguntó por las novedades. Con extrema precaución, sacó del maletín que llevaba un frasquito con un liquido incoloro. Lo colocó sobre el escritorio, sacando también un pequeño informe sobre el producto. Esperaba que el peliblanco le diera el visto bueno antes de que fueran creadas varias muestras más.

Este pequeñín espera que le des permiso para ver la luz.

Sonrió burlón, ya que ambos sabían perfectamente para que serviría ese veneno. Le entregó los papeles para que les echara un vistazo y pudiera decidir, aunque el prefería hacer el experimento y probar como funcionaba. Siempre había algún "voluntario" que ayudaba a comprobar la eficacia de los productos.

¿Hoy no tenemos ningún "voluntario" que quiera ayudarnos a ver si funciona?

- Mmm, ya sabía yo que no me ibas a fallar. Así que este es nuestro "Nuevo Bebé" Eres una madre muy dedicada Rupert, Jejeje. -


Revizó los papeles del informe con cierta demencia placentera en la mirada. El albino siempre se encontraba en la cuerda floja entre la inteligencia y la total locura... siempre manteniéndose firme, salvo cuando veía hasta cuanto podría llegar la eficacia de sus "criaturas"... ahí era cuando simplemente enloquecía de gusto. Solo unos pocos se habían atrevido a permanecer a su lado... entre ellos, Rupert.


- Esto es excelente. Hemos llegado al 96% de la eficacia con esta nueva dosis. Es prácticamente invisible a una autopsia... ni siquiera deja daños identificables en el corazón... Rupert, siempre me sorprendes con tus avances... Lastima que de momento, no tenemos prostitutas para probarlo... ¡Pero sin duda que es aprobado! -

Claro, sabes que adoro a los pequeñines, sobre todo cuando hacen bien su trabajo.

Sonrió al escucharle hablar tan entusiasmado. Realmente habían logrado un veneno casi indetectable, con algunas mejoras más sería imposible detectarlo y sólo quedaría como un daño al corazón. El saber que no tendrían con quien probarlo era una mala noticia, pero al menos estaba aprobado. Eso era lo importante, por lo que sacó el móvil para llamar a los del laboratorio para que empezaran a crear nuevas dosis.

¿Alguna idea de cual será el próximo paso?

Dejó el celular sobre la mesa, apartado del frasquito pero a mano por si llamaban. Seguía sentado en la silla, mirando al "nuevo bebé" con adoración. Estaba satisfecho con su nueva obra y, sobre todo, porque había sido aprobada por su jefe. Aunque no era sólo su jefe, también su amigo.

Dime, ¿cómo está tu flamante esposo? Ya ni recuerdo la última vez que le vi.

- ¿Nergal?... Pues ya sabes, a menudo se las arregla para dividirse en cien y atender todos los problemas de la ciudad... y también a las personas... -


Algo en su voz cambió para dar paso a una leve nostalgia, casi imperceptible al momento de pronunciar aquellas últimas palabras. Sin embargo río desquiciado para luego centrarse nuevamente en el veneno que se encontraba en medio de ambos cuerpos.


- El siguiente paso será la producción en masa de nuestro pequeñito. Debemos pedir una lista de los asesinos que están ahora en funcionamiento. Y bueno con respecto a tu deber de abogado. ¿Mis papeles siguen en órden?... -

Comprendo, siempre está ocupado. Debería tomarse unas vacaciones.

Escuchó el tono nostálgico en su amigo, cosa que no le gustó para nada. Pero no tuvo tiempo de decir nada más, ya que cambió inmediatamente de tema. Suspiró quedamente, sonriendo de nuevo cuando habló del veneno. Como siempre, se había adelantado a sus órdenes.

La llamada de antes fue para eso, para que comenzaran con la producción. En cuanto a los asesinos... es difícil saberlo, cada día parece haber una nueva traición y nunca es concreto el número de los que se dispone.

Tiró el chicle que había estado mascando y se dirigió a la ventana. Perdió su vista en el exterior, la noche daba un aspecto totalmente distinto a las instalaciones, un aire más tétrico como a él le gustaba. ¿Sus papeles? Hasta ahora iban bien, no había habido ningún problema pero...

Hay algo que me preocupa. A pesar de que todo va bien, creo que algo se me escapa y no logro dar con que es. ¿Alguien ha intentado indagar sobre ti últimamente? Porque sé que algo no encaja, pero no sé donde puede estar ese algo. Llevo toda la mañana tratando de averiguarlo y nada, ni siquiera los otros abogados más experimentados han podido ver donde está la "pieza" que no está en su lugar.

- ¿Indagar sobre mí? El último movimiento que realicé, fue comprar la fábrica de golosinas en donde elaboran los chocolates que le gustan a Nergal. Sin embargo, fue bajo el total anonimato. Nadie sabe que yo soy el dueño... salvó tú, en estos momentos... -


Le miró preocupado. No era normal que hubiera anomalías en sus papeles con tal respetable abogado a su cargo. Confiaba ciegamente en las habilidades tanto legales como científicas de su compañero, si él estaba preocupado, era porque en verdad algo no andaba bien.


- ¿Crees que entre mis hombres haya un traidor?... ¿Qué más podrían quitarme además de unos cuantos millones?... -

Es lo que me preocupa, que haya un traidor entre los nuestros. Lo malo es que no son tus cuentas bancarias lo que me preocupan. Lo que quiera que sea que no está en su lugar está relacionado directamente con tu persona y eso me cabrea. Intentan hacer algo contra ti por la vía legal, pero lo están haciendo tan sutilmente que no logro descifrar el qué.

Se apoyó en el marco de la ventana, enfadado consigo mismo por no ser tan eficaz como siempre. Lo que más odiaba es que algo se le escapara de las manos, sobre todo si tenía que ver con su amigo. Estaba seguro de que su esposo lo arreglaría rápido matando a quien hiciera falta, pero la cuestión era que no había persona física a la que matar.

¿Sabes si el anterior dueño de la fábrica era de fiar? También me gustaría saber quien fue en tu nombre a comprar la fábrica, porque es seguro que no fui yo. Lo recordaría bien si ese hubiera sido el caso.

Se volvió hacia él con el rostro algo sombrío, comenzaba a sospechar ciertas cosas. Tendría que buscar los papeles de esa compra y revisarlos en profundidad, no iba a dejar a nadie salirse con la suya en su intento por dañar a su jefe y amigo.

- Mmm... Déjame pensar... Aún poseo los papeles de la compra. Quien fué por mí, un viejo conocido, le salvé la vida a su hija así que dudo mucho que se trate de él. Le pagué mucho al antiguo dueño... tres veces más de lo que valía originalmente la fábrica... aún asi... no puedo fiarme de él. Es extraño... ¿Quién querría hundirme a mí?... -


Observó entonces, la silueta enfadada y triste de su amigo al no poder darle una respuesta clara. Se acercó a él, tomándo lijeramente sus hombros. Una cálida sonrisa se dibujó en su rostro para darle la confianza que por momentos, parecía que Rupert había perdido.


- Oye... tranquilo, todo terminará bien. Eres el mejor abogado del mundo, confío en tus habilidades por completo. No solos eres mi abogado y colega... también eres mi amigo... -

Eres el médico con mayor reconocimiento a nivel mundial, cualquiera que piense que eres un peligro para la comunidad médica puede ser sospechoso, el anterior dueño también es otra posibilidad. Hay demasiadas posibilidades, pero quien quiera que sea, tiene un buen abogado a su servicio. Un trabajo que pocas personas saben hacer, demasiado sutil para que un abogado normal pudiera realizarlo.

Tomó las manos del peliblanco y las apretó suavemente. Sus palabras ayudaron a calmarlo parcialmente, pues no estaría completamente tranquilo hasta ver bajo tierra al desgraciado que quería hundir a Mythos. Esperaba que su habilidad fuera suficiente para solucionar el problema y poder descubrir quien era la persona.

Sé que tienes razón, pero que algo de ese calibre pase delante de mis narices y no poder descubrirlo es algo que me supera. Incluso me he llevado el trabajo a casa para lograr encajar todo y nada, me faltan cosas para poder enlazarlo todo. Tal vez esos papeles de compra sean lo que me falten.

Se sentó en el pollete de la ventana, apoyando la cabeza en el cristal y cerrando los ojos abatido. Temía fallarle a la persona frente a él y ser el causante de su hundimiento.

Le miró preocupado. Le importaba mucho aquella persona que brillaba en la oscuridad debido a la luz de la luna. Encendió el aparato de música, justo en la estación que agradaba al de cabellos dorados. Entonces le tomó ambas manos y lo acercó hacía él para girar entorno a la danza tranquila que sonaba en el ambiente. Le obligaba a girar y a bailar acorde a la melodía. No dejaba de sonreírle, ni por un solo instante. Mientras giraban y giraban suavemente, habló con sutileza.


- Los papeles están en mi escritorio, te los entregaré. Pero por ahora, sólo déjame ver esa confianza que siempre te ha caracterizado, Ru-Chan. Cada vez que resuelves un caso, esa expresión llena de valor y coraje, es lo que me hace confiar a ciegas en ti. Por favor... no pierdas esa fuerza por mi causa... -


Se mantenía sonriente.

Se vio arrastrado por su amigo, sonriendo ante su forma de animarle. Haciendo un poco de oposición, detuvo el baile y lo abrazó, apoyando la cabeza en su hombro. Siempre tenía las palabras oportunas para cualquier momento. Cuando alzó el rostro de nuevo, su mirada volvía a tener la seguridad de siempre.

Gracias por confiar en mí, tus palabras siempre logran animarme.

Besó su frente en un gesto fraternal y le instó a seguir bailando antes de que tuvieran que volver a otros asuntos. Un poco de relax nunca venía mal a esas horas. Estaba completamente decidido a destruir a la persona que quería hundir a su amigo y sabía a quien acudir para que, una vez descubierta la persona, ésta dejase de ser una molestia para ellos.

Bueno, será mejor volver al trabajo antes de que nos perdamos.

Rió melódicamente, llevando a su jefe hasta el sillón y sentándose frente a él. Miró a su nueva creación con orgullo, en cuanto pillara al desgraciado que quería dañar a Mythos... su "bebé" tendría con quien mostrar sus efectos.

Si todo va bien... pronto tendremos con quien probar a nuestro "Nuevo Bebé".

- Jajaja, no dudo que así sea amigo. Nuestro pequeñín estará complacido de ayudar a destruir a quien quiera dañar a sus padres... -


Sonrió al ver que aquella seguridad y valor, volvía a reflejarse en los ojos de su querido compañero. Recordaba entonces el sin fin de veces que el rubio le había salvado el pellejo de ser encarcelado de por vida por sus métodos "poco éticos" en la medicina, o simplemente de haber muerto a manos de una mafia enemiga a la Arcadia.


- Rupert, estuve pensando. Tal vez podamos desarrollar a futuro, un veneno que propiedades de ácido desintegrador. Estuve estudiando las propiedades del Dragón de Comodo, más exactamente su boca. A quien llegue a morder, terminará muerto en días debido a millones de infecciones. Sin embargo, si logramos aumentar la potencia, mi teoría demuestra que se puede llegar a la desintegración total de los órganos y también los huesos, no quedaría nada. Un buen método para hacer desaparecer los cuerpos... ¿Qué te parece?... -


Parecía un total demente pero los análisis que había realizado con respecto a ello y que posteriormente entregó a Rupert, increíblemente apoyaban dicha teoría.

Escuchó su teoría con atención, aquello le recordaba a la investigación que le había pasado para corroborar su teoría. Por extraño que pudiera parecer había dado positivo y era viable hacerlo. Sacó otros papeles de su maletín, eran los informes que confirmaban la teoría del médico. Le sonrió algo macabro, antes de comenzar a hablar.

El proyecto sólo espera a que el investigador principal vaya al laboratorio a empezarlo. Este mérito te lo mereces tú, Mythos y sólo tú puedes comenzarlo.

Se levantó de su asiento y andó hasta quedar detrás de su amigo y jefe, poniendo los informes delante de él con la aprobación de todo el equipo. De todos, porque los que habían dicho que tal cosa era una locura habían sido víctimas de sus propias creaciones. Un "lamentable" incidente que tendría que comunicar a su jefe.

Sólo ha habido un... pequeño inconveniente. Algunos de nuestros investigadores tomaron por "accidente" alguno de nuestros productos que aún no estaban etiquetados y... fallecieron.

- Ohh Vaya... que curioso y lamentable... "Accidente" Bueno si no fueron capaces de ver la magnitud de esto, no eran lo suficientemente buenos para seguir en nuestro equipo. No representan una gran pérdida. -


Sintió levemente, el aroma que llevaba puesto su acompañante. Siempre le había encantado el perfume que usaba Rupert, desde que le conocía, el rubio parecía todo un caballero. Ropas finas y elegantes, el cabello siempre limpio y cuidado, y claro, el finísimo perfume que se impregnaba delicádamente en el ambiente, cada vez que él se acercaba.


- Mmm... esa esencia... Sabes bien como me gusta ese aroma. Siempre me dices el nombre y nunca puedo recordarlo. Sin embargo, es ese olor el que se queda grabado en mi memoria... ¿Cómo es que se llama?... -

En eso estamos de acuerdo, no han sido una gran pérdida. Además, no eran de los mejores investigadores que había. Encontraremos otros mejores que esos.

Escuchó atentamente el comentario sobre su perfume, riendo al ver que nunca podía recordar el nombre. Puso sus manos en los hombros del otro, pensando seriamente en regalarle una colonia como la suya. Tampoco era tan difícil de encontrar. Y tampoco de recordar, simplemente era su favorita porque era la que mejor le quedaba.

Acabaré por regalarte un frasco para que lo recuerdes. Es una fragancia de Giorgio Armani, Emporio.

Volvió a ocupar su lugar frente a su jefe, cruzando una pierna sobre la otra y los codos en los brazales de la silla. Muchas veces se preguntaba si habría alguien destinado para él, porque no encontraba a nadie a su nivel.

Mythos, ya sé que lo que te voy a preguntar no tiene nada que ver con lo que estamos tratando ahora pero... ¿crees que soy demasiado exigente a la hora de buscar pareja? Porque cada vez que os veo a Nergal y a ti me da envidia, pues yo no tengo nada parecido.

- Giorgio Armani, Emporio. Bien, no volveré a olvidarlo. -


Sabía que aquello no era cierto ya que siempre terminaba por olvidar el nombre y sólo concentrarse en el exquisito aroma.


- ¿Envidia?... Vamos amigo, no todo es miel sobre ojuelas entre Nergal y yo... Sin embargo, en este ambiente... no hay lugar para lágrimas ni dolor... -


Luego se acercó a su fiel compañero, tomando uno de sus hombros y acariciando sus cabellos. Le sonrió con confianza para mirarle a los ojos.


- No seas tonto. Si eres exigente es por el hecho de que no cualquiera merece el honor de permanecer a tu lado. Ya lo tendrás, confía en mi y será alguien que en verdad sea digno de estar junto a ti. Eres grande, Rupert. Un sujeto increíble, cualquiera daría una pierna por siquiera poder besarte los pies. Tú mereces lo mejor, nada inferior a aquello. -

Espero que tengas razón amigo mío, espero que tengas razón.

Posó la mano sobre la que estaba en su hombro y se apoyó en el pecho del otro. De vez en cuando el también necesitaba sentirse querido, cosa que no tenía muy a menudo, por no decir nunca. El cariño que daba la amistad no era igual al que daba una pareja y ese era el que le faltaba. En ese instante si parecía el joven de 24 años que realmente era y no el hombre que aparentaba ser en todo momento.

La soledad es horrible, Mythos. Es insoportable regresar cada día a un lugar donde nadie te espera.

Toda su seguridad había desaparecido, pero estaba en compañía amiga por lo que no debía temer de ser visto por ojos indiscretos. En ese tipo de situaciones le gustaba sentirse apreciado por alguien, aunque sólo fuera como amigo.

No se sorprendió de lo que pasaba. Muy por el contrario, sonrió enternecido al momento que acurrucaba al rubio entre sus brazos. Acariciaba sus cabellos, dorados como el sol, y luego le besaba de forma paternal.


- ¿Te he dicho que eres un encanto?... No estás solo, Rupert. Sé que no puedo comparar el amor que te tengo al mismo que te tendría una pareja. Pero te amo de todos modos... si te sientes solo, sabes que puedes llamarme, en cualquier momento... siempre estaré para ti... donde sea, cuando sea y para lo que sea... -


Le abrazó con fuerza, queriendo trasmitirle lo que sentía.

Es lo único que me tranquiliza, amigo mío, saber que estás ahí si te necesito.

Se dejó envolver en el abrazo del otro, despejando su mente y olvidando el estrés que le producía que algo se le saliera de las manos. Miró a su amigo con una sonrisa difícil de ver en el rostro del abogado. Se elevó lo suficiente para besar la mejilla de su amigo, no se arriesgaría jamás a besar en otro lado.

Yo también te quiero mucho, sino fuera por ti no habría aprendido a mantener la cabeza fría en todo momento. Eres el único que conoce mi historia completamente y el que me ha contenido cuando ha sido necesario. Me alegra contar contigo.

Se refugió de nuevo en los brazos del peliblanco y cerró los ojos para sentirse aún más reconfortado. Sólo esperaba que Nergal no apareciera en ese momento, podría costarle una pequeña reprimenda.

Le acarició con sumo cariño. El de cabellos dorados le inspiraba un gran afecto, como pocos seres en ese mundo. Lo mantuvo seguro entre sus brazos, no quería soltarle. Le encantaba esa faceta de su buen amigo Rupert. Tan dulce y tranquilo, en realidad, todas las facetas de su amigo le agradaban, después de todo, le quería por su forma de ser.


- Sin darnos cuenta, hemos creado un lazo muy importante. La lealtad que nos tenemos va más allá de eso. Darías la vida por mi como yo lo haría por ti. Nos hemos salvado el pellejo mutuamente en miles de situaciones. Hacemos un buen equipo, y somos los mejores amigos. -


Sonrió dulce para acariciar la mejilla del rubio.

Tienes razón, daría mi vida por ti si fuera necesario.

Sintió la caricia en su mejilla y abrió los ojos sonriéndole a su amigo. Se encontraba en una situación en la que se sentía vulnerable, pero estando él allí nada tenía que temer. Unos minutos más en esa actitud y pudo recuperar la compostura. Dejó salir el aire lentamente y sonrió a su amigo agradecido.

Ya estoy mucho mejor, gracias por estar aquí. Mythos, no podría desear tener mejor amigo que tú.

Se levantó de la silla y se quitó la chaqueta para colgarla en el perchero que había cerca de la puerta, abriendo un par de botones para paliar un poco el calor que hacía esa noche.

¿Qué hacemos ahora? Ya hemos cerrado todos los temas que teníamos que tratar.

- Pues, tienes razón. No hay más que hacer aquí... que problema, nunca nos habíamos quedado sin absolutamente nada que hacer... recuerdo que antes, cuando nos ocurría esto, nos ibamos al bar a beber tequila hasta volvernos locos... a veces extraño esas charlas estúpidas que manteníamos, Rupert... Hace mucho que mis labios no prueban una sola gota de alcohol y a veces siento que debido a eso, perdí también algo de tiempo contigo por volver a caer... Ruego que me perdones alguna vez pero... ¿Quieres ir al bar conmigo?... Necesito en verdad tenerte cerca... más que nunca ahora que mi mente está tristemente desanimada... sabes bien la razón... sólo tú, siempre logras descifrarme... -


Le miró melancólico...

¿Al bar? ¿Seguro? Mira que no respondo si pasa algo allí ¿eh?

Le miró con una sonrisa, hacía tiempo que no pasaban por eso. Se puso en pie y dejó las cosas en el despacho de su amigo. No quería cargarlas al bar, con llevar la chaqueta y la cartera era suficiente.

Vamos, tengo que subirte ese ánimo.

Lo cogió de la mano y lo sacó del despacho rumbo al ascensor que los llevaría a la salida del hospital. Irían a alguno de los bares que había en la zona o... tal vez... lo llevase a otro lado más movido y con mejor ambiente.