Noche de trabajo

Le siguió totalmente sumiso. Era de esos momentos únicos en que el dolor le consumía internamente y que Rupert conocía bien. A veces no comprendía como a la fecha, el rubio había soportado tanto a su lado. Siempre se consideró un doctor amargado y desagradable a los ojos del mundo, sin embargo, el siempre buen Rupert le hacía mostrar una sonrisa o más vergonsozamente, le prestaba un hombro para llorar en silencio. Probablemente hoy sería así... luego de unas copas sin duda, jamás sobrio...

¿Dónde te apetece ir? Al casino o a algún bar poco conocido que esté por ahí perdido.

Viendo su rostro supo la respuesta, la segunda opción sería lo mejor esa noche. Buscarían un buen lugar, perdido de la mano de dios y que nadie conociera. Si su amigo quería llorar, lo haría en un lugar donde no fuera conocido.

Bien, amigo mío. Hoy nos perderemos de la vista de los conocidos. Y, además, después de esas copas te quedas a dormir en mi casa.

Subieron al coche y puso rumbo a cualquier lugar lo suficientemente alejado para que nadie les viera en el estado que acabarían.

El auto del rubio tenía un sonido excelente. En el interior de aquel coche, el silencio reinaba mientras se dirigían a algún lugar lejos de todo lo que conocían... Finalmente y con algo de dificultad... el albino se dignó a articular palabras...


- ... ¿Crees que soy patético?... ¿Por permitir cosas que en mi interior me pudren las entrañas y que sólo puedo descargar dando un par de puños en la pared o torturando a algún prostituto hasta verle morir?... ¿Crees que... soy muy debil para seguir haciéndome el fuerte en este mundo de perdición?... Rupert... ¿Pido mucho acaso?... Derechos de autoridad... ¿Soy demasiado... fastidioso?... -


Miraba melancólico por el vidrio de la ventana, la pronta madrugada probablemente vendría acompañada de unos cuantos centímetros de nieve...

Escuchó la voz del albino después de un rato en silencio. Su voz parecía dolida y eso no le gustaba. Quería ver a su amigo sonriente, como siempre que estaban juntos.

Mythos, no eres patético ni pides demasiado. ¿Querer ser el único para alguien es ser patético? No, no lo es ni tampoco eres fastidioso. Tampoco me parece que sea demasiado pedir que se te tenga respeto dentro de tu propio hospital.

Detuvo el vehículo cerca de un bar que había en la carretera. Estaba seguro de que allí nadie los conocería. Bajó del vehículo y fue hasta el lado del copiloto para abrirle la puerta a su jefe y sacarlo de la mano. Dejó bien cerrado el coche y lo guió hasta el interior del local.

Aquí seguro que no nos conocen, podremos beber todo lo que queramos y desahogarnos si nos hace falta.

Entró al bar en compañía de su amigo. Algunos tipos les miraron con cierta envidia y odio a la vez... Rápido cogieron una mesa y esperaron a que el Bar Man los atendiera.


- Gracias por apoyarme en estos momentos, Rupert. No solo eres mi amigo, lo sabes... este es un lazo... que jamás creí poder lograr con alguien. Sabes bien que nunca tuve familia... todo lo que tengo y he logrado hasta ahora... es sólo porque tú has estado ahí para apoyarme... y también para evitar que me lleven a la cárcel... -


Una risa leve y tranquila apareció de sus labios. Poco a poco volvía a encontrarle sentido a su existencia y sonrió al rubio para susurrar suavemente.


- Te lo agradezco todo... Ototo-Chan... -

Vamos, sabes que lo he hecho con gusto. Te convertiste en mi mejor amigo nada más conocernos y me alegro de haber logrado ayudarte tanto.

Puso una de sus manos sobre las del albino, sonriéndole cariñosamente sin decir nada por el momento.

Todo es poco para ti... Ni-san.

Sintió un calor hermoso en su cuerpo con el sutil toque, de las manos del rubio sobre las suyas... muchas veces, no eran necesarias las palabras cuando se encontraba con Rupert... aquellos ojos sabían perfectamente como consolar al albino cuando se encontraba en tal estado de confusión y tristeza... Aún así, aquellas últimas palabras lograron tocarle el corazón... el rubio lo había llamado, hermano... no importaba lo que sucediera... jamás rompería aquel lazo que lo unía cada vez con más fuerza, a su pequeño niño de cabellera dorada...


- Tu me das mucho... Ototo-Chan... A veces siento... que te doy mucho menos de lo que mereces en realidad... -

Eso no es cierto, tengo tu amistad y que me consideres tu hermano ya es mucho.

Apretó un poco más su mano, no era sólo eso. El albino era el único que conocía toda su historia, sus miedos y sus anhelos.

Además, me conoces mejor qeu nadie. Conoces mi historia completa, cosa que nadie más sabe, sabes lo que me da miedo y cual es mi mayor deseo. ¿Qué más puedo pedir? Eres mi amigo, mi hermano y mi confidente; además de ser un estupendo jefe.

Le guiñó un ojo y pidó al camarero que les llevara unos tequilas. Esa noche era sólo para ellos, se divertirían como siempre hacían.

Miró los tequilas y suspiró alegre. Hacía años que no bebía tragos fuertes, pensó entoces que si en alguien podía confiar para beber tranquilo, ese era Rupert.


- Bien mi hermanito con cabeza de maíz... - Refiriéndose así burlonamente a sus cabellos. - Brindaré por nuestra amistad y hermandad... -

Brindemos por ello.

Chocó su vaso con el del albino y dio un trago al tequila. Rió ante su comentario, no iba a enfadarse por eso, no había motivos.

Eres un buen hermano, copito de nieve.

- ¿¿¿Co... copito de nieve??? -


Sus ojos se abrieron y sus mejillas se pusieron al rojo vivo. Aquello si le había tocado el pecho de manera agradable. El rubio sabía perfectamente, las emociones que llegaban al cuerpo del albino cuando se hablaba de la nieve.


- ¿E-en serio?... ¿Crees que parezco un copo de nieve?... Extraño mucho la nieve... hace tanto que no la veo ni la siento en mi cara... -

Sí, eres mi tierno copito de nieve.

Se acercó hasta él y le dio un beso en la nariz, sentándose de nuevo sin dejar de sonreírle. Agarró una de las manos del albino entre las suyas, demostrándole que realmente pensaba así.

Pues... quería proponerte algo y no sabía como hacerlo, pero ya tengo la excusa perfecta. ¿Querrías acompañarme a la sierra? He oído de unas plantas que pueden sernos muy útiles para nuestros venenos.

Aquel beso no lo esperaba por lo que, no pudo evitar un sonrojo leve en sus mejillas ante el beso del rubio.


- Gra.... gracias Rupert... Es muy amable... no... más bien... es muy dulce de tu parte......... ¿La Sierra?... -


Notó como una de sus manos era acariciada por las del contrario...


- ¿Cuanto tiempo, estaremos allí? -

No más de cinco días. Aunque... si no quieres venir...

Tomó su vaso y se bebió un buen sorbo de tequila. Quería que el albino le acompañase, pues sabía lo mucho que extrañaba la nieve y quería darle ese capricho.

La desición es tuya, si vienes o no yo no te voy a presionarl.